Es preciso observar que el cese del placer afecta la mente de tres maneras. Si éste simplemente cesa, después de haber durado un tiempo apropiado,el efecto es indiferencia; si se corta bruscamente, sigue una incómoda sensación llamada decepción; si el objeto se pierde, de tal manera que no hay posibilidad de gozar de él otra vez, se produce una pasión en la mente que se llama pesar. Aunque ninguna de éstas, ni siquiera el pesar, que es el más violento, creo que se parece al verdadero dolor. La persona que tiene un pesar, aguanta que la pasión se apodere de ella, la ama; pero, esto nunca ocurre cuando se trata de un dolor real, que ningún hombre o mujer soportó de buena gana durante un tiempo considerable.
Por otra parte, cuando recuperamos nuestra salud, y cuando nos libramos de un peligro inminente, ¿es alegría lo que sentimos? La sensación, en tales ocasiones, queda lejos de aquella satisfacción suave y voluptuosa que da la esperanza segura del placer.
Las ideas de dolor, enfermedad y muerte nos llenan la cabeza con fuertes emociones de horror; pero la vida y la salud, aunque nos hagan capaces de sentir el placer, no causan tal impresión mediante el mero goce. Por consiguiente, las pasiones propias de la conservación del individuo se relacionan preferentemente con el dolor y el peligro, y son las pasiones más poderosas de todas.
-Burke-
El blog sin miedos
1 comentario:
El miedo a la vida es natural en el prudentee y el saberlo vencer es ser valiente
Un amigo tuyo
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