Para el genial estadista ingles Winston Churchill, los animales siempre representaron un papel importante en su vida. En cierta ocasión, mientras recorría la finca que poseía en Chartwell, visitó con su hija las pocilgas, observó que sentía una especial predilección por los cerdos. "Un perro te mira con respeto" le explicó a su hija; un gato con desdén; el cerdo, sin embargo, te mira directamente a los ojos.
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