Odiaba un hombre a una zorra porque le ocasionaba ciertos daños. Pudo cogerla y, para llevar a cabo una cumplida venganza, atóle a la cola un pedazo de estopa empapada en aceite, prendiéndole fuego. Pero un dios condujo a la raposa a los campos del insensato; era la época de la recolección , y el hombre, siguió a la zorra y contempló, llorando, su cosecha perdida.
Debemos ser indulgentes, mesurados, pues a menudo sucede que la ira causa grandes males a los mismos irascibles.
El Blog Sin Miedos y el año 2.011
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