En un mercadillo de playa, donde se vendían productos de belleza, perfumes y tarros de una crema rejuvenecedora de la piel, un grupo de señoras miraban interesadas los puestos, y una de las señoras le preguntó con desconfianza a la joven vendedora.
-¿Sirve la crema de verdad para algo?
-¿Qué si sirve, qué si sirve dice usted? - repitió la vendedora, y volviéndose a una niña que estaba a su lado , dijo:
-Mamá, dale un tarro de la crema a esta señora.
El blog Sin Miedos y la eterna juventud
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