domingo, 27 de febrero de 2011





Rafi Ayala ya parecía un soldado de verdad. El tic aquel que le tenía las cejas saltando cada medio minuto no parecía ahora un defecto sino un juego, un gesto irónico en aquella cara angulosa, curtida por la intemperie y la disciplina. Ya no hacía instrucción con las escobas ni iba por la calle vestido de uniforme. No tenía necesidad de él para mostrar una marcialidad que se manifestaba en cada movimiento de su cuerpo. Nadie que le hubiera visto acodado en la barra del "Rey Pelé" podría haber pensando entonces que hacía un año, aquel tipo sereno y callado se dedicaba a despellejar gatos en las tapias del Convento, Probablemente tampoco hiciera ya malabarismos ni contorsiones con su polla.

"El Camino de los Ingleses".- Antonio Soler.
Premio Nadal 2004 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este me recuerda a "malamadre" en Celda 211