Pero lo oscuro, apenas situado y librado a sí mismo, adquirió peso más allá de toda ponderación, se introdujo entre las cosas y las empezó a arrastrar hacia sí conforme a sus inclinaciones.
El equilibrio empezó a temblar, por lo tanto, y de ese temblor emergió una resonancia, un sonido atemorizador que circuló por el vasto vacío con canto poderoso. El Santo Único modulaba ese sonido para convertirlo en un acorde de gran dulzura, y le infundía inteligencia para que pudiera convertirse en espíritu de armonía y en conductor en todos los rincones del vacío. Éste poderoso espíritu llamado Galgallim, giró y giró a través de innúmeras edades, siempre en espiral en torno a la luz central. Y aunque algunas cosas continuaban cayendo en lo oscuro, Galgallim guiaba a otras por un sendero menos definido a las riberas de la Luz. De este modo el equilibrio seguía manteniéndose.
Entonces el Santo Único quiso contar con un panel donde desplegar su gran arte; entre la ribera de la Luz y las murallas de lo oscuro dejó colgar a la Tierra en equilibrio. Encendió sus montañas desnudas y en ellas esparció brillantes gemas que aún reflejaban esas llamas. Entonces el Santo Único habló al espíritu conductor , a Galgallim, diciendo:
"Te he hecho a partir de los ocultos golfos, libre y con forma ilimitada.
¿Aceptaras una forma en la Tierra y así prestar un servicio aún mayor?
Y mientras la pregunta aún se formulaba, así era acordado.
-De Historia et Veritate Unicornis-
El blog sin miedos
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