martes, 1 de noviembre de 2011

Pitágoras era un tipo cuya devoción al misticismo hacía aparecer como un patzer hasta al propio Leonardo Fibonacci.




Los griegos lo llamaban Pitágoras de Samos porque había llegado a Crotona desde la isla de Samos, huyendo de conflictos políticos. Pero había nacido en Tiro, una ciudad de la antigua Fenicia -ese país que ahora llamamos Líbano-, y habia viajado mucho, vivió veintiún años en Egipto y otros doce en Mesopotamia y llegó  a Crotona con cincuenta años más que cumplidos. Allí fundo una sociedad mística, disfrazada apenas de escuela, donde sus estudiantes aprendían los secretos que él había desvelado en sus vagabundeos. Estos secretos se centraban en dos cosas: las matemáticas y la música.
Fue Pitágoras quien descubrió que la base de la escala musical occidental es la octava, porque una cuerda dividida por la mitad daría el mismo sonido exactamente ocho tonos más altos que una cuerda del doble de largo. La frecuencia de vibración de una cuerda es inversamente proporcional a su longitud.
Pero el mayor de los secretos era la teoría pitagórica de que el universo está formado por números y que cada uno de esos números tiene propiedades divinas. Estas proporciones mágicas de los números aparecían por todas partes en la naturaleza, incluyendo -según Pitágoras- los sonidos emitidos por los planetas en vibración mientras se trasladaban por el vacío negro. " Hay geometría en el canturreo de las cuerdas -dijo-. Hay música en el espacio que separa las esferas."

En un juego de ajedrez hay ocho peones y ocho piezas de un lado; y que el propio tablero tiene 64 espacios: ocho al cuadrado. El ocho es el símbolo del infinito.
-K.Neville-

El ajedrez es el arte del análisis.
-M. Botvinnir-

El ajedrez es imaginación.
David Bronstein-

Wenn ihr´s nicht fúhlt, ihr werdet´s nicht erjagen.
(Si no lo sientes, nunca lo lograrás.)
-Johann Wolfgang Góethe-
                          Fausto

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