miércoles, 10 de julio de 2013

Las manos entrelazadas, las miradas el único camino, aterciopelados besos alfombran el consuelo de nuestras vidas...

                                  JULIO VERNE - Prólogo de Fermín Cabal.



Raymond Roussel ha dicho que los niños no deberían ser los lectores de Julio Verne, que se saltan páginas, que evitan las largas y tediosas descripciones, que no acceden a captar el plano mítico de la obra genial de este escritor. Puede ser. Pero yo sospecho que los niños tienen mala prensa, y si tengo que juzgar por mi experiencia, creo que Roussel estaba equivocado. Yo creo que los niños son los mejores lectores del mundo, los más ávidos, los más entregados. También, quizá por eso mismo, los más inocentes. Yo leía a Julio Verne con veneración y no recuerdo haberme saltado alguna página. Al contrario, las leía una y otra vez, y a veces, las que más me gustaban, las repetía en voz alta a mis hermanos. Y en cuanto a la monserga del plano mítico, con toda sinceridad, estoy harto de esa actitud perversa (en el sentido de que incapaces de gozar del objeto, lo sustituimos por una fantasía) que convierte la literatura en poco más que una charada.


                                            Marpin y la Rana.

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