domingo, 5 de mayo de 2013

Érase una vez un niño, luego hombre y después anciano. Sin amigos ni familia, analfabeto y toda su vida trabajando en el campo. No tenia nombre ni apellidos. Un día se murió mientras se sentaba en su mecedora, y durante años estuvo balanceándose, ¿cómo y por qué? por la frágil inercia y una constante corriente de aire. Pero antes que los humanos le hallaron las ratas, los gusanos y las cucarachas...


                                                                            FIN




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