miércoles, 1 de agosto de 2012

EL GRAN LAMA. Se trata de una doctrina afín a la brahmánica de la India y al budismo que predica que el confinamiento del alma humana, emanada del espíritu divino encarnado en un cuerpo humano,




es un estado miserable y el resultado de las debilidades y los pecados cometidos en existencias anteriores. Sin embargo, mantienen que de cuando en cuando aparecen en la tierra algunos individuos para quienes la existencia terrena no es necesaria, sino que descienden a ella voluntariamente para contribuir al bienestar de la humanidad. Estos individuos han asumido poco a poco el carácter de las reencarnaciones del propio Buda, y esta línea se continúa hasta nuestros días, en los muchos lamas del Tíbet, China y otros países donde predomina el budismo. Tras las victorias de Gengis Khan y sus sucesores, el lama que residía en el Tíbet fue elevado a la dignidad de máximo pontífice de la secta. Se le asignó una provincia como territorio propio, añadiendo de esta forma a su dignidad espiritual la de un monarca temporal. Esta persona recibe el nombre de Dalai Lama.
Los primeros misioneros cristianos que llegaron al Tíbet se sorprendieron de encontrar en el corazón de Asia una corte pontificia y muchas otras instituciones eclesiásticas que recordaban a las de la Iglesia católica romana. Encontraron conventos de sacerdotes y monjas, así como procesiones y formas de culto religioso que se desarrollaban con gran pompa y esplendor; todas estas similitudes indujeron a muchos a considerar el lamaísmo como una forma degenerada del cristianismo. Es probable que los lamas copiaran algunas de estas prácticas de las de los cristianos nestorianos, que se asentaban en Tartaria cuando se introdujo el budismo en el Tíbet.

-Thomas Bulfinch-


Marpin y la Rana 

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