Mas ¡ay! que temerario
en vano quise levantar el vuelo,
por llegar al santuario
del patrio amor, en la región del cielo.
Mas si no pudo tanto
mi débil voz, mi pobre fantasía,
corra mi sangre, como corre el llanto,
en holocausto de la patria mía...
¡Dios mío! ¡Dios mío! La verdadera virtud está tal alta, el cielo tan arriba, que a veces me parecen soñados, ilusorios por lo inasequibles.
El Blog sin Miedos
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