oprimida yacía con infamia
en la tierra por grave fanatismo,
que desde las mansiones celestiales
alzaba la cabeza amenazando
a los mortales con horrible aspecto.
Escucha las verdades que me falta
hacerte conocer por modo claro.
Bien conozco que son bastante oscuras,
pero mi corazón ha sacudido.
con fuerte tirso la esperanza grande
de gloria, y justamente ha derramado
suave amor de las musas en mi pecho;
del que agitado con briosa mente
recorro los lugares apartados,
de las Pierídes antes nunca hollados:
agrádarme acercarme a fuentes puras,
y agotarlas bebiendo, y nuevas flores
agrádarme coger para guirnalda
insigne con que ciña mi cabeza
de un modo que las musas a ninguno
hayan antes las sienes adornado:
-Lucrecio-Marpin y la Rana
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