Algún tiempo después trabó amistad con un pobre, cuya piadosa conversación tocó de tal manera su corazón.
Por largo tiempo fué como el hombre que él mismo describe en su libro, encerrado en una jaula de hierro, privado del gozo de las promesas divinas y "esperando" aterrado esperando una segura condenación. Su lucha con el Maligno nos recuerda también el combate de Cristiano y Apollyón.
Marpin y la Rana.
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