Si no podemos amar a nuestros enemigos, amémonos por lo menos a nosotros mismos. Amémonos lo suficiente para no permitir que nuestros enemigos dominen nuestra felicidad, nuestra salud y nuestro aspecto.
Jesús predicaba: "Amad a nuestros enemigos" Deberíamos perdonar a nuestros enemigos "setenta veces siete.
-Jesús-
Marpin y la Rana.
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