Dime, dí quién soy, esta voz que antecede a un habla muda, y brota y te acaricia y te toca; esta voz que en ti muere, como mueren los sueños, sin dejar rastro ni memoria, con las primeras luces del amanecer.
Dime. No me digas nada.
Duerme bajo la misma oscuridad, junto a - los mismos muebles, en el mismo cuerpo - donde a menudo penetraba, como aprendizaje tibio y cotidiano, hablando en el idioma de tu desnudez, y algo que no eras tú, ni yo, de pronto nos hacía - naufragar al dictado de una explosión inexplicable.
Duerme. La noche acaba - y he de partir. Escucha cómo el viento -silba. No temas. No - le digo adiós a nada. Duerme. Tu - porción de sombra no me envuelve. Ya - no miro a ningún lado. Sé que no hay nada que mirar.
Marpin y la Rana.
los he visto caminar largas jornadas y descansar poco. También he visto a hombres que sin haberse movido parecían estar ya en la lindes de sus pensamientos. Y todos iban con sus sistemas de verdades y doctrinas ajenas o domésticas -y creo que unas eran tan buenas como las otras y que valían para cada hombre. Innumerables veces he hablado con ellos y escuchado sus verdades; a veces no he podido creer en lo que decían porque ni siquiera llegaban a expresarse lo suficientemente bien como para ser convincentes, pero en su voz, oculto en sus rostros, presentía que querían comunicarme algo más que ellos mismos, algo que, seguro, aún no habían llegado a entender del todo. Y en esta hermosura encubierta está la fuente de una verdad que apenas llega a ser táctil, de un aroma que siempre se nos escapará de entre los dedos y que sólo es posible perseguir con la intuición; ahí es donde radica la belleza, el camino hacia la verdad; lo demás -la especulación, el provecho - son los senderos por donde se pierden los mercaderes, los traficantes del almas.
(Aquel que encuentra el camino no se hará grande, no será próspero, su imagen será desagradable a todas las aspiraciones humanas, y si por un momento pudiera separarse de sí mismo y contemplarse, estoy seguro que desearía abandonarla o cambiarla por cualquier elixir estupidizante del alma. Es muy difícil cenar con nuestras verdades).
Marpin y la Rana.