La obra de Herodiano es una historia de quienes no tienen historia, marionetas sin raíces ni fines, en un amplio escenario sin espacio y en una sucesión sin tiempo. Herodiano escribe una narración simple y familiar de lo imposible; es el historiador enamorado de los momentos de crisis, aquellos en los que la figura sublime que ha de dar unidad al Imperio poderosísimo, se retracta en dos, tres e incluso cuatro personajillos, demasiado caseros para tanto papel como se le confía.
Y, a su vez, Herodiano es el historiador invisible que escribe fuera del tiempo y del espacio reales, desde un punto ucrónico y atópico, para unos lectores inidentificables, posiblemente residentes en Roma, pero sin ser latinos, quizá prestos a celebrar los trascendentales Juegos Seculares del 247 en conmemoración del Milenio de la Ciudad, pero también el autor pudo componer su obra bajo Decio (249 al 251) y no para la efeméride milenaria que provocó una cierta efervescencia historiográfica . El mismo autor es un perfecto desconocido...
Marpin y la Rana.
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